jueves, 24 de enero de 2013

Periodistas



   El periodismo está tieso, aunque sigue siendo rico en periodistas. En las redacciones o en sus casas, siempre serán el verdadero motor de la información, que hoy procede de las fuentes más insospechadas y que, incluso, ha hecho que se cuestione hasta qué punto son necesarios. Pues, oiga, más necesarios que nunca. Lo son, porque el mundo jamás ha sido tan cambiante como lo es ahora y son los periodistas los que lo deben dar a conocer. Y lo son porque la única forma de combatir la desinformación, que campa a sus anchas, es mediante el trabajo de personas capaces de poner en orden las ideas del caos actual.

   La sociedad demanda periodismo, aunque no siempre sea buen periodismo lo que se le sirva. El mercado de la información se desmorona y lo que está sobreviviendo no siempre es lo mejor, aunque todavía resisten aquellos que dignifican este oficio. Es posible que el desánimo haya hecho mella en buena parte de ellos, en los que no encuentran su sitio, los que lo perdieron o los que piensan cada mañana –yo no vine aquí para hacer esto-.

   Todavía está por ver qué será de la empresa informativa, en qué se convertirá y quiénes serán los vivos, pero el periodista no morirá. No puede hacerlo, porque siempre será necesario. Hoy faltan razones para ser optimistas. Para muchos, el pasado puede provocar nostalgia y el futuro miedo, dudas. Pero qué gran sueño es imaginar un renacimiento del periodismo, tras la tormenta que atraviesa, ocupando de nuevo el lugar que le corresponde en la sociedad, aunque esta vez sea el quinto, sexto o séptimo poder.

   Periodistas, hacen falta. Que la opinión y la comunicación estén hoy al alcance de todos es algo positivo, enriquecedor. Que las redes sociales acerquen a todos, cohesionen y muevan a la sociedad, también. Pero en toda esa maraña no debe diluirse el trabajo del profesional de la información, quien debe dar respuesta a las preguntas que los demás se hacen. El periodismo está tieso, pero se mueve y le queda mucha vida por delante, a pesar de todo. Así que pongámosle una vela a Paco de Sales y, a todos, feliz día del patrón. 

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